En un día que se parece a todos los anteriores, no se puede esperar que ocurra un incidente extraordinario, que se viva una experiencia impactante o que se reciban noticias trascendentales que disipen el entumecimiento mental. Sin embargo, cuando se es profesor de inglés , la magia se puede encontrar en todas partes, en cualquier momento dentro de un aula; el caos también, pero esa es una historia para otro artículo.
Lo único que se necesita para encontrarlo es la observación.
Desde mi experiencia, se necesita coraje para observar cómo se siente cada estudiante durante una clase de inglés.
Esto se debe a que, una vez que uno asume ese desafío, indudablemente notará en su rostro el aburrimiento en clase, el sueño, la desesperación y un montón de cambios de humor diferentes. Todo lo mencionado anteriormente es normal, aceptable y es inevitable que ocurra en algún momento durante la lección.
Nadie está programado de tal manera que le permita funcionar a plena capacidad en todo momento, excepto los robots, en los que no queremos que se conviertan nuestros estudiantes. El objetivo de esta reflexión es proporcionar formas de hacer que nuestros estudiantes se interesen lo máximo posible en el material de aprendizaje.
Dicho esto, no puedo dejar de compartir este breve pero relevante recuerdo: un alumno mío, que es notoriamente olvidadizo, una vez llegó a clase habiendo traído no sólo sus libros sino también su estuche de lápices, completamente equipado para un trabajo de secretaría (lápices, sacapuntas, grapadoras, marcadores adhesivos, etc.).
En vista de esta rara ocurrencia, percibí su necesidad de compartir felizmente todo su material de oficina con nosotros y siete minutos antes de que terminara la lección, creé un minijuego, usando solo su equipo y el de nadie más.
Habiendo discutido ya cómo una acción en Pasado Simple interrumpe una en
Pasado Continuo, creamos tres carriles usando sus bolígrafos, cada uno terminando con una
señal de “STOP”.
Los lápices de los estudiantes representaron automóviles que se mantuvieron en el carril usando el tiempo pasado continuo y frenaron en la señal de “STOP” usando el tiempo pasado simple.
En pocas palabras, mientras el lápiz rodaba por la mesa, el estudiante tenía que usar el pasado continuo (por ejemplo, “estaba conduciendo mi auto”), y cuando el lápiz llegaba a la señal de “PARE”, el estudiante tenía que usar el pasado simple (por ejemplo, “¡cuando mi madre vio una enorme señal de PARE al final de la calle!”).
Simple pero efectivo, salieron de la clase discutiendo encantadoramente sobre qué lápiz/auto era el más rápido; más específicamente, él también se fue sintiéndose más seguro de sí mismo, un miembro valioso de nuestro equipo.
En resumen, el poder de la observación es indiscutible . La cara de aburrimiento se puede transformar en una cara de intriga, la de timidez en una de confianza, al menos dentro del aula. Sin embargo, para lograrlo, debemos explotar al máximo este poder.
PD: No trae todo el kit de papelería cada vez, pero desde ese día, siempre recuerda traer un par de lápices; ¡por si acaso!
Escrito por: Danai Stavropoulou, máster en Lingüística Aplicada/TESOL, licenciatura en Lengua y Literatura Inglesa, es la directora de Estudios de Inglés en The English School, dedicada a empoderar a los estudiantes a través de la educación de idiomas.